La conservación de la
biodiversidad constituye un objetivo prioritario en un escenario en que las
relaciones entre el desarrollo tecnológico y la conservación del ambiente
ocupan crecientemente el debate público. En particular, la conservación de los
recursos filogenéticos de interés para la
agricultura es un factor ampliamente reconocido para contribuir al desarrollo
sostenible de la misma y a la conservación de los recursos naturales. Uno de
los ventajas más destacables del cultivo de tejidos in vitro es su
posibilidad de propagar a gran escala cualquier material vegetal con mínimo
riesgo de introducir o reintroducir patógenos y con alto grado de estabilidad
genotípica. Por esta razón, han encontrado sus aplicaciones en la conservación
e intercambio de recursos fitogenéticos se ha incrementado aceleradamente.
Tradicionalmente, la
conservación de recursos fitogenéticos se ha basado en dos metodologías: ex
situ e in situ. La conservación ex situ incluye al cultivo de
células y/o tejidos vegetales (bancos de germoplasma in vitro). Los
métodos de conservación in situ contemplan la preservación de las
especies de interés en su hábitat natural. La criopreservación consiste en la
conservación a temperaturas ultra bajas (-196°C) en un medio criogénico como el
nitrógeno líquido. Durante las últimas décadas se ha avanzado mucho en el
estudio de la respuesta del material vegetal a bajas temperaturas. Como parte
de ello, se han estudiado los procesos fisiológicos y bioquímicos involucrados
en la criopreservación y se han investigado las condiciones que posibilitan la
preservación de la viabilidad del material vegetal almacenado por este método.
Los bancos de
germoplasma in vitro posibilitan el mantenimiento a largo plazo de
material vegetal en medios sintéticos de cultivo, bajo condiciones controladas
de luz, fotoperiodo y temperatura. El
manejo de este material no difiere demasiado de los procedimientos generales
utilizados para la micropropagación vegetal. Ciertas variables, tales como la
concentración de los compuestos osmóticamente activos, la concentración del
agente gelificante inerte, la temperatura de cultivo y la luz, son ajustadas de
manera de determinar una disminución de la tasa metabólica del material
vegetal. De esta manera, se logra minimizar la manipulación y espaciar los
subcultivos, lo que contribuye al descenso de los costos de mantenimiento. Una
práctica general consiste en disminuir la intensidad lumínica y reducir la
temperatura. Bajo estas condiciones restrictivas (por ejemplo, en oscuridad y a
4°C), es posible conservar plántulas de Fragaria x ananassa (frutillas o
fresas) durante años, con el agregado esporádico de gotas de medio de cultivo
fresco al material en conservación. Las condiciones estándar de cultivo in
vitro sólo pueden utilizarse para conservación a mediano plazo de especies
de crecimiento lento, como por ejemplo Coffea arabiga. Las plántulas de
café micropropagadas pueden ser conservadas en un medio de cultivo estándar a
27°C, sin necesidad de ser repicadas o subcultivadas periódicamente a medio
fresco, durante un año.