Por su
minúsculo tamaño, los microorganismos no pueden estudiarse como individuos,
sino que es necesario manejarlos como poblaciones. Para ello es necesario
cultivarlos, es decir, favorecer su multiplicación in Vitro, en ambientes
especiales que proporcionen las condiciones semejantes a las de sus hábitats
naturales. En estos ambientes se debe eliminar a todos aquello microorganismos
que interfieren en el estudio del microorganismo de interés, al que además de
proporcionar los nutrientes necesarios para su crecimiento multiplicación.
En muchos
aspectos, el pequeño tamaño de los microorganismos los hace sujetos ideales
para la experimentación. Se pueden cultivar millones de organismos en un solo
mililitro de medio para su estudio. La rápida multiplicación de estas diminutas
criaturas constituye también una ventaja experimental, ya que se puede trabajar
con muchas generaciones en un solo día, Es más, los conocimientos adquiridos en
el estudio de los microorganismos pueden ser, a menudo, generalizados a los
sistemas celulares, plantas y animales, incluida la especie humana. Para llevar
a cabo experimentos con microorganismos es usualmente necesario cultivarlos en
el laboratorio.
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