La vida útil
de una planta madre suele ir de entre 10 a 18 meses, aunque en buenas
condiciones puedan sobrevivir indefinidamente, es frecuente que las
enfermedades radiculares o los hongos acorten su vida a menos de un año. Para
prevenirlo y evitarlo podemos añadir al sustrato microorganismos beneficiosos
(perlas de bacterias y hongos micorrizas) para que se instalen en la rizófera y
refuercen el sistema radicular de nuestras plantas frente al ataque de
enfermedades y hongos patógenos. El uso de insecticidas y fungicidas
preventivos como el jabón potásico, el aceite de neem o la cola de caballo
beneficiarán a nuestras plantas madre y a los clones que cortemos de ellas
ayudándonos a evitar plagas o infecciones indeseadas. Utiliza alguno de estos
productos al menos una vez por semana o cuando cortes esquejes para que estos
estén libres de insectos y enfermedades.
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