Los explantes
son de diversa naturaleza, pueden ser porciones de tejido, células sueltas,
protoplastos, esporas, granos de polen o semillas (Fossard 1999). El tipo de explante a usarse en los procesos de
micropropagación depende de la especie con la que se esté trabajando y de los
objetivos que se persigan. Explantes como los meristemos apicales y las yemas
axilares son genéticamente muy estables, este tipo de explantes sirve para
reproducir múltiples clones de una forma o variedad con características
especiales que se desea mantener en el cultivo. Otros explantes como las yemas
adventicias son más bien genéticamente inestables y producen un alto grado de
variabilidad en los clones, este procedimiento no es útil para la producción de
plántulas con una determinada característica de cultivo, pero si lo es para el
fitomejoramiento, ya que mediante esta variación semi–natural, es posible
obtener nuevas líneas de cultivo.
Una vez que se
ha obtenido el explante, este debe ser correctamente desinfectado para evitar
la proliferación de contaminantes biológicos (bacterias, hongos y levaduras
principalmente) en el medio, los cuales afectan el crecimiento y desarrollo del
explante (Fontúrbel 2001) y compiten
con el mismo deteriorándolo y haciéndolo inservible para cultivo (Kyte & Kleyn 1996).
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